Álvaro González Díaz

La expresión “tener la mosca detrás de la oreja” como no podía ser de otra forma surge de la jerga cotidiana de aquellos soldados de los tercios, concretamente cuando se comienza a utilizar de manera habitual el arcabuz, primero, y el mosquete, después. Una expresión que venía a significar, básicamente, «estar alerta» o «estar atento» y que hoy en día sigue usándose, proviene de los tercios. Hace alusión a la mecha, o mosca, del arcabuz ya que los arcabuceros solían colocar la mecha detrás de su oreja para tenerla a mano y poder responder antes, ahorrando tiempo al disparar.

Estas armas de fuego ligeras funcionaban con pólvora y para su accionamiento los arcabuceros y mosqueteros portaban una mecha larga que se consumía poco a poco, es decir, estas mechas duraban bastante tiempo y servían precisamente para poder disparar.

En el siglo XVI, con la implementación del uso del arcabuz como arma habitual en la infantería, se impone un mecanismo de disparo conocido como la llave de mecha. Un mecanismo que funcionaba a través del empleo de una mecha lenta que, encendida, se colocaba en un trozo de hierro que, a su vez actuaba como palanca (serpentina). Esta serpentina se accionaba con el gatillo que, inmediatamente, introducía la mecha en la cazoleta que estaba llena de pólvora fina, situándose esta al lado del oído (una parte del arcabuz o mosquete), donde se producía la llamarada que encendía la carga que propulsaba el cañón mientras, acto seguido, favorecía el disparo de la bala.

Partes básicas de un arcabuz/mosquete

A medida que avanza el tiempo, a mediados del siglo XVI ya se introducen mejoras como la cubrecazoleta, una simple tapa que cubría y protegía la cazoleta, sobre todo en las marchas o cuando había lluvia. Con esto se pretendía evitar que la pólvora se mojase y quedase inutilizable, ya que sin pólvora no se podía disparar.

En torno al siglo XVII, el arcabuz había sido sustituido por el mosquete en la infantería, aunque se combinaron ambas armas, mientras que siguió funcionando en la caballería. La caballería había aprendido a usar el arcabuz, otra innovación mas en la guerra, y lo portaba ya que era mas manejable y efectivo al poder ser portado por los jinetes. El mosquete era mas pesado, al tener mayor longitud, y precisaba de horquillas en las que apoyarlo para disparar, sin embargo, su alcance era mayor que el del arcabuz. Es en torno a 1670 cuando el mecanismo de llave de mecha se sustituye por el mecanismo de pedernal, más efectivo y seguro a la hora de disparar, aunque más caro. La llave de pedernal básicamente consistía en colocar una piedra de pedernal en el martillo que al ser golpeada producía una chispa que, a su vez, encendía la pólvora y la llamarada que producía disparaba el arma.

Sea como fuere, de entre los tipos más conocidos de arcabuz (arcabuz de gancho, de mecha, de rueda o de viento), el arcabuz de mecha fue el predominante entre finales del siglo XV y principios del XVI, apostando por el mecanismo de mecha. Aunque se vio como un gran avance, su funcionamiento era primitivo, como se ha mencionado y, entre otras cosas, dificultaba bastante el disparo con respecto a los otros tipos ya que la mecha encendida se colocaba sobre el oído con la mano (o un mecanismo accionado por resorte). A pesar de todo, presentaba inconvenientes sobre todo en días lluviosos ya que la mecha se mojaba y se apagaba. El soldado, por el contrario, debía mantenerla encendida para poder disparar. También, a la hora de realizar encamisadas nocturnas, por ejemplo, se hacía difícil un ataque con arcabuceros debido al contraste que podía presentar la mecha encendida, ya que la luz de esta se distinguía a distancia.

A pesar de ello, la introducción de este mecanismo en los primeros arcabuces favoreció una mejor efectividad, ya que estas armas disparaban más rápido que las ballestas, usadas todavía en las postrimerías del siglo XV.

Por lo tanto, la expresión “tener la mosca detrás de la oreja”, que hoy en día utilizamos a menudo cuando queremos referirnos a aquello que nos ronda en la mente, se debe al empleo de la llave de mecha en los primeros arcabuces. Un mecanismo diseñado para eliminar la necesidad de acercar manualmente la mecha encendida a la cazoleta del arma, teniendo el soldado ambas manos libres para sostener el arma a la hora de efectuar el disparo y, sobre todo, mayor visibilidad.

En definitiva, los soldados de los tercios tenían la mecha o mosca colocada en la oreja para utilizarla con mayor rapidez y esta se accionaba con el serpentín hacia el oído del arma, teniendo, así, ambas manos libres y una mejor visión sobre el blanco. Todo ello, mientras en Europa la infantería usaba la ballesta, obsoleta ya en el siglo XVI.

Álvaro González Díaz

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