-Álvaro González Díaz
Verdaderas ciudades tras los ejércitos, largas caravanas cargadas con víveres y provisiones, comerciantes de todo tipo que acompañaban a nuestros soldados en sus largas marchas, en aquellas travesías que recorrían de punta a punta Europa, desde Milán a Bruselas, eso eran los vivanderos.
La palabra vivandero proviene del francés vivandier y hace referencia, según la RAE, a la persona que vendía víveres a los militares siguiéndolos en su marcha o en sus campañas. También se le define como aquellos que venden en el mercado de comestibles (op. cit.).
En el tema que nos ocupa, las largas travesías y los caminos, a veces desconocidos, que recorrían nuestros soldados de los tercios no daban lugar, en muchos casos, a aprovisionarse correctamente. Muchas veces los campamentos se desmontaban tan pronto como se habían montado para poder proseguir la marcha. Otras veces, el camino a atravesar lindaba con territorios enemigos, por lo que el ejercito apenas tenia tiempo para suministrarse debidamente. Por ello, como se observa en los cuadros y las pinturas de época, como afirman los autores, tras esa larga columna de piqueros y arcabuceros en formación, iban unas caravanas “nómadas” con todo tipo de víveres y mercancías para avituallar a nuestros tercios.
Los vivanderos eran vendedores ambulantes, mercaderes y comerciantes, que acompañaban a las tropas con el beneplácito del maestre de campo, en nuestro caso o, por lo general, del jefe de tropa. Es decir, tenían el consentimiento y autorización del maestre de campo para acompañar a los tercios, normalmente en la retaguardia. Los vivanderos seguían a la tropa en sus marchas y cuando esta acampaba, se montaba todo un mercado en el que los soldados podían comprar todo tipo de mercancías, aunque con moderación en los precios, como destaca Antonio Gil (2021), ya que si no los comerciantes podían ser expulsados.
Los cambios en la manera de hacer la guerra, es decir, la guerra moderna, en la que destacó España, son fundamentales para entender esto. Aunque los vivanderos no surgen con los tercios, cabe decir que es con la guerra moderna cuando su uso comienza a ser muy bien explotado. Eran ejércitos cada vez mayores y necesitan suministrarse, alimentarse y distraerse ante las largas travesías. En esta tesitura, David García Hernán (2015) establece precisamente esto, la guerra es un fenómeno social que lleva consigo muchas otras facetas además de lo militar. Los fenómenos militares tuvieron, por tanto, gran transcendencia para la sociedad, pues continuando con el ejemplo de los vivanderos, estos terminarían convirtiéndose en verdaderos mercados y ferias, al margen de la guerra.
Laínez (2013), reconoce que la falta de hombres y dinero de la Monarquía Hispánica tuvo que favorecer la agudización del ingenio militar, es decir, había que adaptarse a las nuevas necesidades, sobre todo, cuando se trataba de España, rodeada de enemigos. En este sentido, la logística española fue crucial, de vital importancia como se muestra en el camino español (op. cit.). el ingenio y la logística se enmarcan en esa revolución militar moderna, que encabezó España, para evitar que los soldados quedasen desabastecidos. Y si el camino español era un grandísimo avance, la incorporación de vivanderos en la retaguardia del ejercito también era otro avance de vital importancia. En palabras nuevamente de Laínez (op. cit.), se establecieron nuevos procedimientos para satisfacer las enormes necesidades logísticas que surgen.
La logística, por tanto, fue un factor importantísimo para tener buenos resultados en las campañas militares, como se ha manifestado en la historia de nuestros tercios españoles.
Laínez, continúa afirmando que debido a la rigurosidad y penurias que atravesaban nuestros soldados, obligados a servir en condiciones muy duras, aguantando de manera excepcional marchas sin descanso, con una resistencia “estoica” ante las penalidades, se adoptaron nuevos métodos para paliar estos contratiempos. Métodos, sin duda, que mejoraron el descanso y la alimentación de los soldados, y por tanto su mentalidad y fuerza, su constancia y valor, ya que gracias, entre otras cosas a los vivanderos, los soldados descansaban mejor, comían mejor y se distraían.
Esto ultimo se contrasta con la visión que nos ofrece el ya mencionado Antonio Gil en su comic Flandes 1566-1573, Rebelión y Orden (op. cit.). En este sentido, el autor, establece que esas “ciudades errantes”, la gran caravana de comerciantes y gentes de todo tipo que seguían al ejército y que revendían víveres u ofrecían sus servicios con el beneplácito del maestre de campo (…) donde había víveres, vituallas de diversas clases, zapateros remendones, costureras (…) pero también, y de manera más oculta, algo que no podía faltar, tras los comerciantes, la taberna (donde se bebía con moderación) y, prosigue, por supuesto había también un lupanar, bajo la enseña de un cisne rojo. Las chicas ofrecían sus cuerpos a los más necesitados, pero, sin embargo, el vino era lo que más deseaban los soldados. Es decir, como bien describe, eran verdaderas ciudades, dentro del ejercito donde no les faltaba nada a los soldados.
Pero es que, además, los vivanderos estaban sujetos a las normas del ejército al que acompañaban, es decir, se ajustaban al reglamento del ejército, acampando donde y como disponía el maestre de campo o el oficial que dispusiera el terreno….
Los vivanderos, por tanto, responden a una necesidad y se asientan bajo el ingenio de la guerra. Se trata de paliar las necesidades de los soldados, así como de ahorrar tiempo en las largas marchas donde podía salir cualquier enemigo. Eran mercados dispuestos en los campamentos de los soldados y que, a su vez, viajan en la retaguardia junto a ellos. Los soldados podían satisfacer sus necesidades alimenticias, comprar ropajes, arreglarse las botas y las camisas, adquirir otros bienes como cuadros u otros utensilios y, por supuesto, vino y sexo.
BIBLIOGRAFIA
GIL, A., Flandes, 1566-1573, Rebelión y Orden, Cascaborra ediciones, 2021, p. 54
MARTINEZ LAINEZ, F., SANCHEZ TARRADELLAS, VICTOR J., El camino español y la logística en la época de los tercios, Centro de Estudios Bilbilitanos Institución “Fernando el Católico”, Calatayud, 2013
VV.AA., La historia militar hoy: investigaciones y tendencias, Instituto universitario General Gutiérrez Mellado, UNED, 2015, p. 33-75
-Álvaro González Díaz
