-Álvaro González Díaz

Tal día como hoy, el 22 de noviembre de 1617, hace 404 años tenía lugar la Batalla de Ragusa en el Adriático con victoria española sobre la República de Venecia.

España se hallaba en la Tregua de los Doce Años y gozaba de un periodo de relativa paz. En este sentido, la Guerra de los Ochenta Años quedaba momentáneamente detenida, mientras durase dicha tregua. A pesar del supuesto final de las hostilidades entre holandeses y españoles, la guerra, sin embargo, para España se trasladaba a otros frentes como era, en esta ocasión una disputa en el mar Mediterráneo, uno de tantos que tenia abiertos por estas fechas.

En este sentido, el Mediterráneo era un hervidero de problemas que, aparte de los enfrentamientos entre españoles y turcos, tuvo como protagonistas a Venecia, Saboya y el virreinato de Nápoles. Para situarnos en el contexto más próximo, Venecia se encontraba inmersa en la Guerra de Gradisca contra la rama austriaca de los Habsburgo. Una guerra no declarada oficialmente y con apariencia de conflicto local pero que, sin embargo, implicó a mercenarios procedentes de diversos territorios europeos, sobre todo holandeses y también alemanes. Por otro lado, Saboya, apoyada por Francia, estaba sumida en la I Guerra del Monferrato (1613-1617) contra el ducado de Mantua, apoyado, a su vez por España.

Aprovechando esta situación tan caótica y conflictiva, Venecia prohibió la entrada de barcos españoles en el Adriático, impidiendo así que España prestase apoyo a los Habsburgo austriacos. Esta situación no fue bien recibida por el duque de Osuna y las hostilidades llegan a su punto álgido en el verano de 1617. Así, a finales de octubre de ese mismo año, el marqués de Villafranca envía tropas a la frontera entre Milán y Venecia, amenazando plazas vitales para los venecianos, como Bérgamo, por ejemplo.

Así, a pesar de que Felipe III aconsejó prudencia, el 9 de noviembre partía del puerto de Brindisi (Nápoles) la flota española del virrey de Nápoles, Don Pedro Téllez-Girón (III Duque de Osuna), al mando del almirante Francisco de Rivera. Tras una semana surcando la mar, el 15 de noviembre la flota española hacia aparición en el horizonte de Ragusa (Dubrovnik) con unos 15 galeones y 2.500 soldados de los tercios. El 21 de noviembre de 1617 se vio frente a la flota veneciana del almirante Lorenzo Veniero que sacó toda su fuerza, unos 18 galeones, 34 galeras y 6 galeazas, algo mas de 5.000 hombres, de los cuales unos 2.000 eran holandeses.

El viento no era nada favorable a los españoles y la flota veneciana se dispuso en media luna. En este sentido, ambas formaciones comenzaron a abrir fuego, pero sin ningún resultado ya que prefirieron mantener la distancia. La falta de luz, a medida que se adentraba la noche, favoreció el cese de los disparos ya que apenas se veía y se distinguían las figuras. Este cese de hostilidades durante la noche fue aprovechado por los españoles que antes de que se hiciera de día, en las últimas horas de la madrugada se lanzaron a por todo.

El viento soplaba a favor de la escuadra española, hecho que permitió reagruparse a los españoles situándose a barlovento de la flota veneciana. Los españoles, con unas pocas galeras, comenzaron el ataque y se vieron rodeados por los venecianos. Sin embargo, tras este lance y el gran esfuerzo de los arcabuceros y mosqueteros españoles por reconducir la situación, llegó el resto de la flota española que arremetió contra la veneciana. Francisco de Rivera rompió la formación veneciana y muchas de sus galeras y galeazas comenzaron a desordenarse saliéndose de la formación. Su desorden había favorecido que se reagrupasen en pequeños grupos que, a su vez, hacían de blanco fácil para la artillería española.

A pesar de ello, los españoles no pudieron abordar ningún barco enemigo, pero, sin embargo, la flota veneciana no pudo maniobrar bien debido a la mezcla de galeones y galeras en la formación por lo que los españoles hacían blanco hundiendo varios barcos.

Las bajas de este combate son unas 4.000 por parte de los venecianos frente a 300 españolas y, de no haber sido por una repentina tormenta, seguramente las bajas de los primeros hubieran ascendido. Los venecianos huyeron y el almirante español no pudo darles caza, teniendo que regresar a Brindisi ante tal tempestad.

A pesar de estar en tregua con los holandeses, estos y los españoles no perdían la oportunidad de encontrarse en cualquier contienda. De manera extraoficial, la guerra continuaba como se ha visto en Ragusa. España tenia muchos frentes abiertos pero seguía ostentando la hegemonía por tierra y por mar. Fue una victoria muy importante que permitió poner «orden» momentáneamente en el Mediterráneo y, así, prestar apoyo a los Habsburgo austriacos cumpliendo con su alianza. En apenas un año daba comienzo la Guerra de los Treinta Años que involucrará a España, precisamente por esas alianzas con el imperio, pero a España todavía le quedaban fuerzas para eso y más, ya que, a partir de esta fecha se batirá contra cuantos enemigos hubiese.

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