Se conoce como “mendigos del mar” a aquellos rebeldes flamencos expatriados que, organizados por Guillermo de Orange en escuadrillas de corsarios y amparados por Inglaterra, dificultaban la navegación española en el canal de la Mancha. Esta acción de perjudicar el contacto entre la península ibérica y Flandes se convirtió en una inteligente estrategia rebelde ante la superioridad militar terrestre de los tercios.
Su nombre proviene de una anécdota de Corte: trescientos nobles flamencos firman en 1566 el Compromiso de Breda, donde acuerdan una serie de exigencias a la Corona. Con este documento se presentan en Bruselas ante la gobernadora Margarita de Parma. Lo hacen en tropel, armados y en tono bronco.
Cuando se retiran tras sus exponer sus exigencias, Margarita de Parma no puede ocultar la intimidación que la visita de los flamencos le ha causado. Es entonces cuando su consejero el conde de Berlaymont dice con indisimulado desprecio: “No tengáis temor, mi señora, de esos mendigos”.
Los rebeldes, en un gesto de desafío, adoptarán ese nombre como propio, y cuando Guillermo de Orange entre poco después en Amberes será recibido al grito de “¡Vivan los mendigos!”
Así, los hombres de la flota rebelde comenzaron a llamarse a sí mismos “los mendigos del mar”. El lema su bandera será una nueva insolencia hereje: “Antes turco que papista”.
Rafa Codes.
