Álvaro González Díaz
No hace falta ser un experto en historia, ni tampoco creerse las películas de ciencia ficción –aunque a veces estas superen con creces a la realidad- para entender –usando la lógica, por supuesto- lo que quiere decir la palabra mosquetero. Basta, simplemente, con consultar un simple diccionario.
Hartos de que nuestros jóvenes a día de hoy sigan pensando que los tres mosqueteros son espadachines franceses, hartos de ver como su figura se ha divulgado a ritmos impensables, junto a la del cardenal Richelieu, y hartos, por supuesto, de que nadie contradiga los desvaríos históricos que se acaban convirtiendo en una realidad inventada, pero realidad a fin y al cabo.
En este sentido, y de manera breve, vamos a ver que dice la RAE sobre la palabra mosquetero.
En su acepción numero 1, la RAE establece que un mosquetero es “un soldado armado de mosquete[1]”. Mientras que en la acepción numero 2 afirma que un mosquetero también era “un espectador que asistía a la representación de pie, en la parte posterior del patio” de los antiguos corrales de comedias.
Si observamos esto, se ve claramente que los mosqueteros no se caracterizan por llevar espada sino más bien mosquete. Tampoco aparecen como los guardianes del cardenal Richelieu ni del rey francés en esa mezcla de soldado templario del siglo XVII perteneciente a una sociedad secreta que tienen juramentos y demás parafernalia.
Pero vayamos más allá por si alguien no sabe lo que es un mosquete.
Nuevamente indagando en los expertos conceptuales, la RAE en este sentido, se establece que un Mosquete es una palabra de origen italiana (moschettto) que se ha traducido por “mosquete o ballesta” (moschetta). En su única acepción la RAE establece que el mosquete es un “Arma de fuego antigua, mucho más larga y de mayor calibre que el fusil, que se disparaba apoyándola sobre una horquilla”. Pues bien, en las películas holliwoodienses no aparecen los mosqueteros cargados con este tipo de armas, ni con horquillas ni nada.
La palabra mosquetero debe ser rescatada sin complejos por la cultura española ya que es una de las principales armas de los Tercios españoles que dominaron Europa desde 1534 –fecha en la que nacen-, aunque desde antes ya hay antecedentes de estas unidades, hasta 1704, año en el que desaparecen oficialmente. Creemos que es una ofensa, aparte de un mal uso, que se utilice cierta palabra para designar a unos espadachines, lo primero por ser mentira y lo segundo porque quien lo debería reclamar debería ser la historiografía española, el cine español, los comic españoles, los libros españoles…. Es como si los españoles nos apropiásemos de haber mandado un hombre a la luna y realizar miles de producciones sobre ello.
El odio a la historia de España ha tocado a su fin y esta es una de tantas denuncias históricas y falsedades a las que los españoles nos vemos sometidos constantemente.
Iván Giménez (2012) establece, en cuanto a las innovaciones militares que hacen posible el funcionamiento del Tercio como unidad militar el uso de piqueros, arcabuceros y mosqueteros de manera conjunta para dotar a esta unidad de flexibilidad. Esto, según el autor, les dotaba de gran versatilidad en el campo de batalla. Mientras que René Quatrefages (2014) remarca que la aparición de los mosquetes en el Ejército de Flandes fue una innovación que no pasó desapercibida en la época. Según el autor, la Guerra de Granada acabó por confirmar este desarrollo de la infantería española, pues si bien se pretendía adoptar el “modelo suizo” de piqueros, se introdujo paulatinamente y de manera efectiva el uso de artillería ligera en los soldados, necesaria para combatir a pie. El uso individual de armas de fuego estaba en vías de “domesticación” pero rápidamente los ejércitos españoles lo combinaron de manera excepcional. En este sentido, Hugo Vázquez (2014) establece que los soldados españoles del Gran Capitán serán los primeros en poseer en dotación las armas de fuego.
Esta adopción de las armas de fuego en la infantería modernizó a los ejércitos españoles, con gran experiencia tras el final de la Reconquista, y produjo un cambio en la organización y táctica de los ejércitos que les haría invencibles. Así, la primera vez que se enfrentan a Francia en Italia los españoles vencen sin dificultad. Pues si bien es cierto que la caballería francesa era la mejor de Europa en aquel momento, también es cierto que ante la innovación del Gran Capitán estos ejércitos franceses no podían hacer frente a los españoles, menos estáticos, que sabrían aprovechar los puntos débiles del enemigo, con ejércitos más pesados y más lentos a la hora de maniobrar.
En este sentido, según la organización del tercio, los mosqueteros llevaban un equipo muy similar al de los arcabuceros, pero con la diferencia de que, en vez de arcabuz, usaban un mosquete, es decir mayor alcance y calibre y, que a su vez, requería dispararlo apoyado sobre una horquilla. Debido a que su alcance era mayor, los mosqueteros podían salir de la formación cerrada para abrir fuego y, después, volver a refugiarse dentro del escuadrón. Aunque comienza a usarse con el Gran Capitán, era un proyecto en pruebas y el Duque de Alba los introdujo ya de manera ofensiva –pues antes se utilizaban los mosqueteros para defensa de murallas, sobre todo en el norte de África- (Hugo Vázquez, op.cit.)[2].
En cuanto a su distribución, Manuel Villatoro (2014) afirma que los mosqueteros se situaban en primera línea junto a los arcabuceros, protegidos dentro del cuadro de picas. Concretamente, la estrategia que hizo a los tercios ganarse un hueco en el tiempo era sencilla pero efectiva, continua el autor: “Primero solían abrir fuego los pesados mosquetes, normalmente a más de 100 metros del enemigo. Posteriormente disparaban los arcabuces a menor distancia y, a continuación, la gran masa de piqueros que avanzaban ordenadamente en cuadro formaban una barrera de hierro bajando sus largas picas apuntando a las tropas atacantes”.
Como se ha visto en los análisis de numerosas batallas, la disposición de las armas de fuego –un claro ejemplo es la película de Alatriste– se situaban adelante y en los flancos dependiendo del terreno. Con ello, se protegían bajo las picas a la vez que se anticipaban al enemigo causando un número alto de bajas debido a la gran distancia a la que hacían fuego.
Esparza (2017), por consiguiente, establece que fue gracias al Gran Capitán la reorganización e innovaciones que se produjeron en los ejércitos. Tras el fracaso de Seminara los españoles aprendieron y para frenar a la pesada caballería francesa se debían conjuntar todas las ramas disponibles, es decir, armas blancas y armas de fuego. En este sentido, continua el autor, como la infantería podría ser vulnerable a los ataques de caballería se redobló el uso de armas de fuego. El fuego fue fundamental para debilitar las líneas enemigas y esto, y otras tantas tácticas, mantuvo a los tercios como protagonistas de la hegemonía militar en el mundo. Así, Esparza, nuevamente, prosigue afirmando que no necesariamente debían estar en los flancos –mangas- de los piqueros sino que los arcabuces y mosquetes debían ser tropas móviles que se adaptasen necesariamente al transcurso de la batalla. Un ejemplo de ello fue la batalla de Ceriñola donde esta combinación funcionó a la perfección.
El funcionamiento del mosquetero era sencillo pero mortal. Los mosqueteros se alternaban, organizaban relevos, así mientras la primera tanda disparaba a los siguientes les daba tiempo a cargar su munición y cuando los primeros terminaban los siguientes ya estaban listos para abrir fuego y así sucesivamente. Además, como hemos mencionado, la artillería ligera estaba protegida tanto por trincheras previamente excavadas como por la formación de picas, lo que permitía una mayor reorganización en caso de cercanía del enemigo.
Con ello, los cambios no fueron instantáneos pero si se realizaron paulatinamente en un tiempo muy rápido. El ejército español se adaptó bien a estos avances acabando con la guerra medieval y dando comienzo a la guerra moderna, de la que fueron dueños y señores. Así Juan Molina (2017) afirma que las formaciones de picas se vuelven cada vez más frágiles contra las armas de pólvora enemigas, siendo necesaria una gran guarnición de mosqueteros para protegerlas de ataques enemigos. En por tanto a finales del siglo XVI y principios del XVII cuando los mosqueteros van tomando protagonismo.
Por lo tanto, y para resumir, ha quedado de manifiesto que los “Tres Mosqueteros” no son más que un mito y además carecen de verosimilitud en tanto que la misma palabra establece que son mosqueteros y no espadachines. Los mosqueteros fueron una de las tantas innovaciones del Gran Capitán que modernizó el arte de la guerra y que de manera paulatina fueron necesarios en las formaciones de los tercios.
El mosquetero, gracias a su arma de largo alcance y gran calibre, fue indispensable en la guerra moderna causando gran número de bajas a gran distancia permitiendo con ello diezmar al ejército enemigo antes de entrar en combate frontal. Eran tropas móviles que se adaptaban al transcurso de la batalla conjugándose perfectamente con los arcabuceros y los piqueros, haciendo invencibles a los tercios españoles.
Bibliografía
ESPARZA, JOSE J., Tercios, la esfera de los libros, 2017, Madrid, pp. 53-62
GIMENEZ CHUECA, I., “Los tercios. Al servicio de su católica majestad”, pp. 32-41, Clío historia, nº 123, año 11, 2012
MOLINA FERNANDEZ, J., La pica, el cimiento del escuadrón, 05/2017, https://bellumartishistoriamilitar.blogspot.com/2017/05/la-pica-el-cimiento-del-escuadron.html
VILLATORO, MANUEL P., “Así combatieron y dominaron Europa los temibles Tercios españoles”, ABC Historia Militar, 31/07/2014, https://www.abc.es/historia-militar/20130727/abci-tercios-espanoles-europa-201307261535.html
VV.AA., Los tercios en siglo XVI, desperta ferro, nº especial V, 2014, “el origen de los tercios”, pp. 10-13; “los tercios durante el siglo XVI”, pp. 14-22
http://ejercitodeflandes.blogspot.com/2016/02/mosquetero.html
[1] https://dle.rae.es/?w=mosquetero consultado 03/2020
[2] Los mosqueteros, como anotación, en el siglo XVII comenzaron a usar el sombrero chambergo, sustituyendo al morrión que venían usando siglo atrás. El uso de morrión o chambergo muestra gran controversia entre los historiadores habiendo en muchos casos confusión sobre la indumentaria. Sin embargo, si observamos los grabados de la época se observa que en el siglo XVII ya era frecuente el uso del sombrero chambergo entre los mosqueteros, más ligero que el morrión.
