Álvaro González Díaz
Como es sabido por todos, y el que no lo sepa tiene la oportunidad de descubrirlo, nos guste o no –como en el caso de los negativos y derrotistas que se creen la Leyenda Negra-, la historia de los Tercios Españoles –y por tanto la historia de España- está llena de héroes, de hombres de incalculable valor, nacidos para las gestas, para las batallas y para el arte de la guerra. En este sentido, es difícil que en la historia de los tercios españoles nos decantemos solamente por un héroe ya que sus hazañas acopian los libros, relatos y documentos de esta fructífera época. En este caso, hoy vamos a realizar un pequeño homenaje a la figura de Alvaro de Sande.
Don Álvaro de Sande, nacido en Cáceres en 1489, fue Maestre de campo, general de la Infantería española en Nápoles, gobernador provisional de Milán. De origen extremeño, era el segundo hijo de Álvaro de Sande, señor de Valhondo, y de Isabel de Paredes Golfín. Su padre era primo del cardenal Bernardino de Carvajal. Se casó con Ana de Guzmán con la que tuvo dos hijos varones. Aunque su familia provenía de Lugo, en el siglo XV se mudó a Cáceres y Plasencia. Uno de sus hermanos era Diego García de Sande, caballero de la orden de Santiago. Como Álvaro de Sande era segundón en la familia, los contactos de su padre permitieron que fuese destinado a la carrera eclesiástica y estudió Derecho en la Universidad de salamanca[1].
Álvaro de Sande era un hombre proveniente de la iglesia pero, sin embargo, no había nacido para ello y colgó los hábitos. Tomó la carrera militar y en 1530 aparece ya combatiendo en el Mediterráneo. Se alistó en la fuerza de Ferrante de Gonzaga, virrey de Sicilia, y participó en la ofensiva de Túnez en 1535 al servicio de Carlos V. Tras este acontecimiento, su carrera militar es increíble y, como afirma Esparza (2017, pp. 110-111), nos permite seguir, en parte, el itinerario de la infantería española.
En 1537 vuelve a combatir en la ofensiva, nuevamente, contra Túnez ya como capitán de tropa al mando de 600 españoles –contando solamente con 20 años de edad-. Destacó tanto que al año siguiente se le otorga el mando del Tercio de Saboya –originariamente llamado Tercio Diego de Castilla (Esparza, op. cit.)-. En este sentido, dicho tercio se componía de 9 compañías de experimentados infantes, se le envía a combatir contra los turcos en el Adriático y conquista la fortaleza de Castelnuovo.
En 1540 Carlos V preparaba la ofensiva sobre Argel y marcha de nuevo a costas africanas. Por estas fechas Alvaro de Sande es jefe del Tercio de Hicea junto al de Saboya, ya que el jefe del tercio de Hicea muere teniendo que tomar el mando nuestro protagonista. Con el mando de los dos tercios Don Álvaro de Sande toma varias posiciones a los turcos.
Tras ello, Don Álvaro acudirá al socorro de Perpiñán, cuando esta sea tomada por Francisco I de Francia y, acto seguido, se le observará en Dürem, en una de las innumerables batallas contra los protestantes en Alemania.
En el año 1544 participa en la conquista de Lanbrecy, donde es herido de gravedad. Esto no fue mucho y se curó para inmediatamente después recuperar Luxemburgo.
En 1545 el hermano de Carlos V, el archiduque de Austria, Fernando I pide ayuda al emperador debido a que los aristócratas húngaros de Trencsén se le sublevan. El tercio de Álvaro de Sande es enviado allí y evidentemente recupera todas y cada una de las plazas insurrectas.
Continua Esparza afirmando que eso no es todo ya que cuando empiece la guerra contra la Liga Esmalcalda el tercio de Sande cubrirá a pie unos 450 km plantándose en Ratisbona y, a las órdenes del duque de Alba, derrotará a los rebeldes en Nördlingen y en Ulm. Aquí surge un hecho increíble, una anécdota sin más, que rebela el valor de este hombre. En una de estas operaciones Alvaro de Sande, junto a otros dos oficiales, se disfraza de alemán y se infiltra en las filas enemigas para, de esta forma, estudiar su despliegue. En la guerra contra la Liga Esmalcalda, Sande lideró a su tercio —según Ávila y Zúñiga, la flor de los tercios viejos españoles— en varias batallas y escaramuzas. Una guerra de movimientos donde destacó este héroe y su tercio (Alberto Raúl Esteban, 2015). Además, supuestamente participó también en la famosa batalla de Mühlberg[2].
Sin embargo, tras ello la lucha de Álvaro de Sande al servicio de los tercios y de España no cesó. Así, se le observa combatiendo en diversas campañas posteriores contra los enemigos, innumerables del Imperio y de España. Y hacia finales de 1550 se encontraba ya en Nápoles. También, en 1560 participó en la expedición de Gelves, liderada por Andrea Doria, cuya defensa de su fortaleza fue encargada a nuestro héroe en un “infierno” donde, según Garcilaso de la Vega, El arena quemaba, el sol ardía, la gente se caía medio muerta (Alvaro Van Den Brule, 2019). En este sentido, la campaña de Gelves fue un desastre pero Álvaro de Sande luchó y resistió heroicamente prolongando el sitio de la plaza durante más tiempo –unos dos meses-(Jesús Sánchez, 2004). Tras ello, Sande fue prisionero de los turcos y fue trasladado a Estambul, donde en su cautiverio se reconoció su valor militar. En su liberación no hay univocidad de los expertos ya que unos afirman que fue el emperador quien pagó a los turcos mientras que otros establecen que fue el rey francés Carlos IX quien lo hizo. En tal caso, Sande fue liberado de su cautiverio.
Con Felipe II en el trono español, Sande fue capitán general de Nápoles[3] participando en la expedición a Malta en 1565, cercada por los otomanos turcos, obligando a los turcos a levantar el cerco y abandonar la isla.
Tras la muerte del gobernador de Milán en 1571 le fue confiado a nuestro Álvaro de Sande el gobierno provisional del ducado de Milán, hasta 1572 que lo ocuparía Luis de Requesens.
La vida de Sande acababa en 1574, y Felipe II, agradeciendo sus servicios, le otorgó el título de marqués de Piovera.
En resumen, se puede establecer brevemente, aunque no hay apelativos suficientes para este héroe, que la vida de Alvaro de Sande fue la de un hombre español de los tercios, es decir, la continua guerra. Este hombre destacó por sus hechos, por no rendirse y mirar siempre hacia adelante. Sirvió, así, de ejemplo para los demás soldados y su vida de midió por hechos y no palabrería.
Contribuyó a la grandísima historia de España y sobre todo a la eterna y sagrada historia de los Tercios españoles, agrandándolas aún más, si se puede.
Sande, encarna la valentía de todos los hombres españoles al servicio de la Monarquía Hispánica y del imperio demostrando con su valor, infinito, que la infantería española era la mejor y más temida, metiendo el miedo en el cuerpo a cuantos enemigos hubiera y relacionando ese miedo con el nombre de tercios españoles.
Bibliografía
ESPARZA, JOSE J., Tercios, la esfera de los libros, 2017, Madrid
ESTEBAN RIBAS, ALBERTO R., “La campaña de 1546”, Desperta Ferro Moderna, nº 14, (Carlos V y la Liga de Esmalcalda), 2015
SANCHEZ, J., “Extremeños en los Gelves”, El periódico Extremadura, 13/06/2004 en https://www.elperiodicoextremadura.com/noticias/opinion/extremenos-gelves_116641.html
VAN DEN BRULE, A., “Los Gelves y el maestre Álvaro de Sande: la heroica resistencia española en el infierno”, El Confidencial, 01/06/2019, en https://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2019-06-01/gelves-parentesis-victoria_2045154/
ZOLTAN, K., Álvaro de Sande, RAH, en http://dbe.rah.es/biografias/42496/alvaro-de-sande
[1] http://dbe.rah.es/biografias/42496/alvaro-de-sande
[2] http://dbe.rah.es/biografias/42496/alvaro-de-sande
[3] Como anécdota, uno de sus soldados en Nápoles fue Don Miguel de Cervantes
