Los Tercios, esas unidades de infantería que dominaron Europa durante el siglo XVI y buena parte del siglo XVII, han generado multitud de escritos de historiadores que han buscado ahondar más en su existencia y forma de vida. El problema, al que se enfrentan todos y cada uno de ellos es establecer una fecha clara sobre el origen del modelo del Tercio de forma oficial, la falta de documentación sigue siendo la causa más robusta para solucionar esta cuestión.

El 15 de noviembre de 1536 se dictaba de forma oficial la Ordenanza de Génova, documento en el que encontramos, por primera vez, la palabra Tercio. Se trata de una orden por la cual el emperador, Carlos V, definía la organización de todas sus fuerzas estacionadas en Italia pero sin plan preestablecido. El cuerpo expedicionario español en Italia se había convertido poco a poco en el núcleo de un ejército hispano formado por elementos originarios de los distintos estados de los que Carlos era soberano o protector. Era pues necesario precisas las misiones de estos órganos militares.

Sobre la importancia de esta orden de Génova los distintos historiadores y corrientes historiográficas se han ido encasillando en dos grupos diferenciados. Por un lado, un grupo encabezado por René Quatrefages que entiende que los Tercios como tal se pueden denominar a partir de este momento, pues no se conserva ninguna documentación oficial anterior y por otro lado, se aglutinan aquellos que defienden que los distintos Tercios viejos (Nápoles, Milán y Sicilia) se formarían entre un decreto dirigido al virrey de Nápoles el 23 de octubre de 1534 y la ordenanza de Génova. Sea como fuera, ninguna de estas posturas niega la importancia y significación de las Ordenanzas de Génova, pues supusieron un cambio en la trayectoria militar que se venía gestando en Italia desde los tiempos de Gonzalo Fernández de Córdoba.

Desde este momento vamos a tratar de resumir y simplificar el proceso que llevó a la creación de los Tercios.  Tras los Reyes Católicos el nuevo concepto de las fuerzas armadas se basaba en el ejército nacional, lo que hacía desaparecer los ejércitos particulares de la nobleza y el alto clero. Las particularidades más sobresalientes de la organización militar española se inician con el Cardenal Cisneros, obligado a crear un ejército nacional y permanente para prolongas la expansión española en el Mediterráneo.

Existen dos influencias claras que dotaron a la infantería castellana de un origen singular. Por un lado es el éxito de la infantería suiza que, a finales del siglo XV, jugó un papel fundamental en Europa y por otro lado, no se puede olvidar la herencia de Roma. No se había olvidado de los principios legionarios de la Antigua Iberia. Estos dos elementos convergieron en el fin de la Reconquista.

Terminada la Reconquista los soberanos españoles previeron los conflictos con el reino de Francia. Desde 1493 empezaron a crearse las Guardias de Castilla con 25 unidades de 100 lanzas cada una. De tales unidades, 20 eran de hombres de armas y 5 de jinetes. Los hombres de armas no habían seguido en España el desarrollo del compás europeo, debido a la especialidad de la Reconquista dando prioridad a los jinetes.

Los Reyes Católicos iban a disputarse con los reyes de Francia el honor de convertirse en los dirigentes de Europa, cuestión que tendría como principal escenario el reino de Nápoles. El enfrentamiento definitivo tuvo lugar entre los años 1500 y 1504.

La nueva organización militar española se desarrolló metódicamente a partir de 1495. El primer indicio está en la composición del primer cuerpo expedicionario enviado a Italia bajo el mando de Gonzalo Fernández de Córdoba donde existía un predominio en el número de infantes sobre los hombres a caballo. En los meses siguientes se redactaron ordenanzas que buscaban armas al pueblo, a todos sus estamentos, pues tras la Reconquista y la  inauguración de un tiempo de paz, las armas se habían vendido o simplemente se habían desecho de ellas. Cada estamento estaba obligado a cumplir con una serie de condiciones y a poseer un armamento mínimo para asegurarse de que cada uno estaba armado como convenía se pasaba revista dos veces al año.

El modelo nuevo quedó plenamente establecido en 1503, pues se puede ver en un documento expedido en Santo Domingo de la Calzada. En el texto se puede ver que se acogen al modelo suizo, no solo por el uso de la pica, sino por la movilización del ejército. Nótese también el avance en que 2/3 del ejército pasaran a ser piqueros, remplazando a los lanceros y a los escudados. Parece muy probable que la nueva expansión militar, de la cual fue Gonzalo Fernández de Córdoba el primer comandante en jefe, nación del esfuerzo de reorganización militar decidido inmediatamente después de la conquista de Granada.

Lo cierto es que la expedición comandada por el Gran Capitán introducía una serie de novedades. Para comenzar, era un contingente permanente, aunque la novedad más significativa radicó en que por primera vez en toda la nómina del contingente no figuraba ni un solo título. El propio Gonzalo Fernández de Córdoba era segundón.

El sistema organizado por las ordenanzas de 1495, 1496 y 1503 se fue afirmando y evolucionando hasta las medidas tomadas por Carlos I en Italia, en 1534. A partir del periodo 1535-1536 el modelo adoptado fue el de los Tercios.

Así pues llegamos a las Ordenanzas de Génova que en su tercer párrafo sentaba las bases del sistema del Tercio haciéndose referencia al sistema de pagas que se otorgaban al Tercio de Nápoles, al de Lombardía y al de Málaga que se había establecido en Niza. En todo caso, ahí estaba el resultado que es la simple consecuencia de los nuevos imperativos estratégicos. Hasta entonces para mantener el frente anti-francés en el norte de Italia, la base territorial no había podido ser sino el reino de Nápoles. Con la posesión del Milanesado, todo había cambiado. Para la defensa de este estado, se había constituido un grupo de compañías bajo la denominación de Tercio de Lombardía. Lo cierto es que, parece ser, desde 1535 ya se conocía como Tercio de Nápoles a las guarniciones establecidas en esta parte de la península italiana. Posteriormente, las propias necesidades estratégicas obligaron a asentar en Sicilia un tercio con paga completa.

En el futuro, estos tres cuerpos se denominarán, por lo general, Tercios viejos y por haber sido los más antiguos en estar en pie permanente.

Como hemos podido observar, el origen de los Tercios es realmente complejo y obedece a todo un proceso y contexto militar que nos remonta a siglos medievales. Sea como fuera es innegable la importancia de estas unidades de infantería que consiguieron llenar el corazón de Europa de picas españolas y dominar territorios realmente complejos exaltando unos valores que a día de hoy aún nos resultan superiores.

Bibliografía:

  • MARTÍNEZ, F., Pisando Fuerte. Los Tercios de España y el Camino español, Madrid, 2012.
  • PARKER, G., El ejército de Flandes y el Camino español (1567-1659), Madrid, 2006.
  • QUATREFAGES, R., Los Tercios, Madrid, 2016.

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