Hace 424 años, un día como hoy 4 de Enero de1596 moria en Amberes D. Cristóbal de Mondragon y Otálara de Mercado, «El Coronel», una vida dedicada a los Tercios. Posiblemente el soldado español más famoso de toda Europa en su tiempo. Mondragón, evoca la imagen de aquel infante que, con su pica y su arcabuz, caracterizó la fisonomía militar del siglo XVI. Fué Cristóbal un señor soldado, un honrado hidalgo medinés que llevó la pica y el arcabuz honradamente, defendiendo a su Rey, y enalteciendo á su nación por casi todas las regiones de Europa.
Mondragón, o el capitán Dragón, como le decían los flamencos, es el hombre de las hazañas, de la España batalladora y combatiente. A esta fama hay que añadir la de hombre honrado y humano, siempre digna de gran estima, pero mayor aún, tratándose de un guerrero del siglo XVI, tiempo en que no solían brillar estas cualidades en caudillos y soldados, reconocido incluso por sus propios enemigos y destacado tanto por historiadores nacionales como extranjeros:
«No es dado evitar, ha dicho Gachard, leyendo la correspondencia de Mondragón, que se despierte en el ánimo un vivo sentimiento de simpatía por este jefe español, el único quisas de su nación que no se atrajo el odio público en los Países Bajos; inspiran aprecio hacia él su franquesa, su lealtad y su modestia».


«Ilustrepor su valor, escribió Herrera, y por las infinitas victorias y hasañas que luso, digno de admiración por el amor y respeto que siempre le tuvieron sus soldados, y que sin otra ayuda ni favor que el propio, alcansó los mayores grados de la milicia.»


«Gran soldado, al decir de Cabrera de Córdoba, vencedor y bien afortunado por intrépido y resuelto acometedor, sin haber conocido el miedo en lo más dudoso y difícil de emprender.» 


«Valerosísimo capitán y hombre muy de bien», en sentir de Strada. 
«Muy valiente, virtuoso y experimentado capitán», en expresión de Alonso Vázquez. 


D. Carlos Coloma escribió de Cristóbal de Mondragón «por maravilla, dice, se hiso cosa en las guerras de Flandes donde él no se hallase ejecutando ó mandando, y con ser hombre de condición seco, poco atractivo y sobradamente libre, tuvo particular estrella en ser bien quisto, no sólo de sus superiores, sino de sus inferiores, y (lo que es más de maravillar) de sus iguales Todos los capitanes y soldados le tenían por padre, y le respetaban como á tal.»


Alto y de complexión robusta, admirado por todo el ejército. Su reputación le precedía: era el más duro; se decía que jamás se había sentido cansado en ninguna marcha de las cuales hacía siempre a la cabeza de su Tercio, y siempre a pie.

entivoglio cita una arenga de Mondragón describiéndose a él y a sus hombres como «nosotros despreciadores de peligros…. podemos esperar rica presa de la precipitada huida en la que infaliblemente se pondrán los enemigos».


En 1532 se alista en los Tercios a los dieciocho de edad, la más propia entonces, como ahora, para vestir el hábito de la religión de la milicia, que dijo Calderón de la Barca. Llegó a ser Maestre de Campo del tercio viejo (Sicilia), o de Julián Romero, a la muerte de este fue el tercio de D. Fernando de Toledo, y de 1582 a 1588, el Tercio de Mondragón.


El Catálogo de la Armería del Archiduque Fernando, al igual que Strada, enumera los servicios de Cristóbal de Mondragón, señalando que militó primero en Italia, después en Túnez, en la jornada de Provenza, y en la guerra de Alemania contra los confederados de Smakalda. Así vemos su participación  en 1547 en Batalla de Mulhberg, logrando el aprecio y protección del Gran Duque de Alba, con su regimiento de Valones escoltó a la futura esposa de Felipe II Ana de Austria, Defendió Amberes con Sancho Davila, liberó Goes, participo en la victoria de Tholen, batalla de Mook, en el vadeo y toma de Finard, en la toma de Zierikzee, Limbourg, Dahlen, en sitio de Maastrich,  sitio de Ninove, toma del castillo de Linquerque, toma de  Amberes con Farnesio, estas entre otras tantas acciones, sesenta años peleando, una vida para ser llevada a la gran pantalla.


El 30 de Diciembre de 1595, sintiendo ya que se le acababa la vida, en su residencia de Amberes, hizo que lo colocasen junto á una ventana, desde donde se descubría un campamento, para morir así de este modo contemplando aquel espectáculo de la guerra, en que había vivido siempre.
Lo cierto es que su muerte fué universalmente sentida, y considerada como irremediable pérdida para el ejército y para España. No hay historiador de la época que no detenga su narración para dedicar un panegírico al héroe fallecido.


ANGEL SALCEDO RUIZ. El coronel Cristóbal Mondragon.Apuntes para su biografía. Madrid 1903.

«Todas las picas suman, únete al cuadro»
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